viernes, 3 de agosto de 2007

JESUITAS


Los Jesuitas :
El fundador de la orden jesuita fue Ignacio de Loyola.
La orden que fundó tomó los votos usuales de los monjes; pero en lugar de ingresar en monasterios, se quedaron en el mundo a trabajar por la Iglesia.
Los jesuitas lucharon por atraer a los hombres al seno de la Iglesia. Se hicieron maestros de escuela, misioneros y diplomáticos, y su influencia se hizo sentir en todos los países europeos.
Los jesuitas intentan una conciliación con los protestantes, para lo que elaboran el mito de la Iglesia primitiva, y defienden el estudio del Evangelio. Pero los jesuitas tienen un voto de obediencia al papa que será la esencia de la contrarreforma. Además, los jesuitas negarán la religiosidad íntima, en favor de la de los grandes ritos.
La Contrarreforma toma cuerpo en el Concilio de Trento (1545-1563), que se convoca a petición de todo el mundo, para resolver los litigios planteados. En un principio pretendía reconciliar a la Iglesia católica con los protestantes, pero triunfaron las tesis más intransigentes. El concilio lo convocó Pablo III y lo cerró Pío IV. Tras la discusión se decretaron una serie de normas para los ritos y la organización de la Iglesia, que serían de obligado cumplimiento para todos, y que durarían hasta el siglo XX. Es, ante todo, un concilio normativo en el que se organiza la doctrina y se determinan los dogmas de la Iglesia. Declara que sólo el clero tiene potestad para interpretar la Biblia, y que la fe en Dios es fundamental para la salvación así como las buenas obras. Se estipula el uso del latín en las ceremonias, y se reafirma el poder jerárquico dentro de la Iglesia.
La Inquisición se convierte en la guardiana de la doctrina de la Iglesia y la defensora del Concilio. La Inquisición se había creado para perseguir las herejías, no a los infieles. Era la única institución que tenía una legislación común para todos los reinos y todo el territorio, y por encima de la autoridad política, aunque la ejecución de la sentencia dependía del poder civil.
En el Concilio de Trento se crea el Índex, en 1559, con los libros que estaba prohibido leer a los cristianos. Este Índex no dejará de crecer a lo largo del tiempo.
La complicación de la liturgia hace necesario que la gente tenga una cierta cultura, y el Concilio se preocupa mucho por la educación del pueblo. Nacen, así, las órdenes educativas, como los dominicos o los jesuitas, para enseñar la Doctrina.


Por un lado la Compañía de Jesús, fundada (1540) por un hombre religioso de espíritu moderno, sobre el cimiento de los Ejercicios Espirituales, en los que se advierte la nueva mentalidad: se considera al hombre integral, cuerpo y alma; se valoriza una formación profunda y abierta, que conoce los clásicos; y sobretodo, invita al examen de conciencia, en que se reafirma la individualidad y la propia responsabilidad del individuo.
Este espíritu jesuita arraiga fuertemente, y contribuye a formar hombres modernos, que conocen bien su personalidad espiritu-corporal, y saben responsabilizarse de sus acciones.
A demás se sienta el modelo para la educación en adelante en todas las escuelas y se preserva el sentido clásico de la vida. Aquí también entra S. Francisco de Sales con su humanismo devoto.
Todo esto nos permite considerar a S. Ignacio como el primer católico moderno, fiel a la Iglesia, especialmente en su voto al Papa, consciente de la individualidad de las personas y de su dualidad alma-cuerpo.
Por otro lado encontramos la reforma del Carmelo Descalzo, que recoge el espíritu monástico y ascético de los primitivos cenobitas del Monte Carmelo.

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